Los amigos caben en un carrito de bicicleta
Era el año 1995… estaba con algunos compañeros de clase, en el bar de la
facultad de ciencias de la Universitat Autònoma de Barcelona, jugando a
la “Butifarra” y filosofando sobre la vida. Entre baza y baza, salió el
tema de la amistad y del mal uso que se le suele dar a esta palabra...
Recuerdo que fue Lluís quien me pidió mi opinión, le dije que era un
tema complejo y prefería ordenar mis ideas frente a un folio. Escribí
unas líneas, a modo de ensayo, que titulé “Las Relaciones Humanas” y, al
día siguiente, le entregué una copia manuscrita.
Bar de la facultat de
ciències de la U.A.B.
Hoy, 17 años después, me ha
hecho gracia volver a leer ese texto y ver la forma jerárquica como lo redacté…
se nota la influencia de mis estudios y mi pasión por la sistemática… se nota
que me dejé llevar por mi faceta más racional y científica. Escribiendo una
verdadera clasificación (si se me permite, casi taxonómica) para este tipo de
relaciones…
De momento no digo más, os dejo
con la transcripción original del escrito:
Las
Relaciones Humanas
Las
personas somos, generalmente, animales sociales que nos gusta relacionarnos entre
nosotros. Es importante plantearnos alguna vez cuál es nuestro papel hacia los
demás. Con este escrito intentaré dar mi particular opinión sobre como es mi
relación hacia el resto de personas del mundo.
Nuestra
relación hacia el resto de humanos la podemos separar en dos grandes grupos:
los NO CONOCIDOS y los CONOCIDOS:
1.- Los NO CONOCIDOS los podemos subdividir en: desconocidos y no reconocidos:
2.- Los CONOCIDOS, es el grupo de humanos que, como mínimo, conocemos de vista u oída. En este caso, podemos subdividirlos en 5 tipos: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y amados:
Las relaciones humanas son complejas: el amado, como se ha dicho, primero que nada debería ser nuestro amigo. Un amigo, a su vez, puede ser pseudoamigo o compañero. Obviamente mucha gente le dice amigo a personas que no pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos... como siempre, se puede hacer una mala interpretación de los sentimientos. Me hace mucha gracia aquellas personas que proclaman y presumen que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son?
1.- Los NO CONOCIDOS los podemos subdividir en: desconocidos y no reconocidos:
- Los desconocidos son la gran masa de personas de la Tierra que desconocemos su existencia, ya que nunca hemos visto u oído hablar de ellos.
- Los no reconocidos son personas que desconocemos su existencia pero, sin embargo, a pesar de haberlo olvidado, en un pasado tuvimos un contacto poco o algo importante. Por ejemplo aquella monitora que tuvimos en aquellas convivencias, 30 años atrás…
2.- Los CONOCIDOS, es el grupo de humanos que, como mínimo, conocemos de vista u oída. En este caso, podemos subdividirlos en 5 tipos: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y amados:
- Los simples conocidos son personas que conocemos su existencia. Este conocimiento podrá ser más o menos importante. Distinguimos 2 subtipos: en primer lugar tenemos los idolatrados, estos son personas que podemos conocer muy bien su vida (por ejemplo la de un famoso) pero él a nosotros desconocernos completamente. Por otro lado tenemos los saludados, en este caso son esas personas las cuales el reconocimiento puede ser mutuo, pudiendo incluso coincidir en determinados lugares de forma más o menos habitual (por ejemplo, cada mañana, en la parada del autobús), pero no existir entre ambas ningún otro tipo de relación.
- Los compañeros son el grupo de personas con las que ya mantenemos algún tipo de relación conjunta, por ejemplo: de trabajo, de estudio, deportiva, política, etc.
- Los pseudoamigos (colegas, amiguetes, etc.) pueden ser también compañeros pero, con ellos ya compartimos los momentos de ocio y recreo (como ir al teatro, de bares, a un concierto, a bailar...).
- El amigo es la persona con quien mantenemos una relación de amistad… la amistad es un sentimiento difícil de explicar y fácilmente confundible por otros más banales... La amistad pienso que se aproximaría a: compartirlo todo sin esperar nada a cambio, prever lo que necesita tu amigo (y avanzarse para solucionarlo) y, sobretodo, a quedarse a su lado en sus peores momentos.
- Por último tenemos al amado. Este es el amigo que hemos aprendido a amar... Es la persona que sentimos el súmmum de todos los sentimientos humanos: ¡el amor! Si ya era difícil explicar lo que era la amistad, más difícil es definir el amor. Con la persona que nos hemos enamorado, deberíamos tener la misma relación que con un amigo: pero más estrecha, más intensa, más íntima…
Las relaciones humanas son complejas: el amado, como se ha dicho, primero que nada debería ser nuestro amigo. Un amigo, a su vez, puede ser pseudoamigo o compañero. Obviamente mucha gente le dice amigo a personas que no pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos... como siempre, se puede hacer una mala interpretación de los sentimientos. Me hace mucha gracia aquellas personas que proclaman y presumen que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son?
Tener
simples conocidos es normal si vivimos en sociedad; tener compañeros o
pseudoamigos también es una cuestión relativamente fácil si nos relacionamos…
pero tener un verdadero amigo es ya más difícil (los podemos contar con los
dedos de la mano). Evidentemente, conocer realmente a la persona amada, es tarea
muy difícil…
Las
relaciones familiares se pueden englobar en cualquiera de los tipos de esta
clasificación: los parientes pueden ser amigos, simples conocidos... o,
incluso, desconocidos si son lejanos.
Esta
reflexión quiere poner sobre la mesa todas las relaciones que tenemos hacia el
prójimo. Si conocemos que tipo de relación podemos tener con el resto de
personas, sabremos valorar, como se merecen, las verdaderas y sinceras
amistades.
Humbert
Sanz i Vaqué, marzo de 1995
Pues bien, a día de hoy, a
pesar que las definiciones que utilicé en el texto podrían ser (más o menos)
correctas, la lectura general del escrito me ha parecido demasiado encorsetada
y simplista… Tampoco me acaba de convencer el término “relaciones humanas”, casi
prefiero definirlas como: “relaciones sociales”.
Torre de manos… queriendo simbolizar
las relaciones sociales
Pero, ¿cómo son estas relaciones
sociales? Cada persona es un mundo y, cada cual, siente sus relaciones hacia
los demás como buenamente puede… Sería como intentar explicar como experimentamos
cada uno de nosotros la alegría o la tristeza… Lo importante, de verdad, es poder
llegar a entender y respetar como sienten los demás.
Otro error es querer etiquetar a
las personas que nos rodean: “¡Esta persona es amigo, esta no!”. En la vida,
quien menos te lo esperas, aparece entre la multitud (como el Cirineo) para
ayudar a cargar con nuestra pesada cruz… en cambio, personas con quien realmente confiabas,
van a desaparecer cuando estés al suelo derrotado…
Jesús y el Cirineo, de Tiziano
Vecellio. Museo del Prado (Madrid)
Por eso, a pesar de lo complejo
que pueden parecen las relaciones sociales, todo es mucho más sencillo: Hemos
de vivir el día a día de forma positiva, disfrutando de todo y de todos los que
nos rodean, intentar hacer siempre el bien (sin ninguna distinción), ser
agradecidos hasta con el más mínimo detalle y… de esta forma, entenderemos el
gozo de eso que llamamos convivir.
Os voy a poner un ejemplo que
sintetiza esto que estoy contando:
Como sabéis, uno de mis hobbies
es restaurar bicicletas, por otra parte, ya desde pequeño, siempre tuve la
ilusión de tener un carrito de esos para ser arrastrados por un ciclo (como el
de Pancho, en la serie televisiva Verano Azul). Pero estos
remolques nuevos son caros… y más, considerando el poco uso que yo, hoy por
hoy, le podría dar. ¡Vaya!, que sería tan solo un simple capricho que, en estos
tiempos tan malos económicamente hablando… no podría, ni tan siquiera, llegarme
a figurar.
Pues bien, a principios de este
año, me regalaron un ruinoso y oxidado carrito para bici. En seguida comencé a
pensar como restaurarlo… hice cuentas y la restauración era inviable ya que,
debido a su pésimo estado, los gastos que generarían la mano de obra de
especialistas y los materiales usados, sumarían más que comprar otro nuevo… ¿Fin
de la historia? ¡No! Al saber mis intenciones, mucha gente de mi alrededor, se
volcaron para ayudarme. ¡Todos de forma desinteresada!, todos quisieron subirse
a este carro, para hacer juntos realidad mi anhelado y pertinaz sueño.
Restauración de un carrito
para bicicletas y... agradecimientos
En primer lugar, quisiera dar
las gracias a la familia Rodríguez Portillo por regalarme el
carrito
viejo y, con él, la ilusión de poder darle otra oportunidad a ese
denostado
remolque. Quiero agradecerles, públicamente, su hospitalidad… porqué
siempre nos hacen sentir (a mi mujer y a mí) uno más de la familia
cuando vamos a su finca del barranc de la Vall del Pastor.
Estado decrépito en que se
encontraba el carrito cuando se me entregó
Bueno, lo primero que hice fue desmontarlo:
saqué una cadena que venía colocada en la parte trasera del remolque (y que
substituía una barra de hierro travesera perdida antaño), desarmé la pesada y
podrida caja de madera y, por último, descarté las inaprovechables ruedas (con
la llanta totalmente descantillada y abierta). Ya, con sólo el chasis del
carrito, me fijé que los tubos: estaban muy oxidados, con abolladuras y con los
orificios de los extremos sin sellar… pero podría salvarlos, excepto la barra inferior
trasera, que estaba doblada y en muy mal estado (como se ve en la anterior foto).
Tocaba buscar 2 barras de
hierro (de igual diámetro que las del chasis) para substituir la doblada en mal
estado y la travesera perdida. Fue el pintor y escultor Toni Camarasa (www.tonicamarasa.net) quien me dio estos
dos tubos: encontrados entre el material de reciclaje que utiliza para la
creación de sus obras.
Escultura con hierros reciclados del artista Toni Camarasa
El siguiente paso era soldar las barras al chasis… Aquí entro en escena mi amigo Santi Diaz (gran conocedor y
amante del bricolage). Cordialmente, me invitó a su casa un sábado por la
mañana… después de desayunar una buena parrillada, se puso manos a la obra: primero
cortó con la radial el tubo viejo a substituir, luego cortó a medida las 2
barras a restituir y, por último, las soldó en el sitio correspondiente del
remolque.
Santi soldando las dos nuevas
barras traveseras al chasis del carrito
Hasta ese día, todavía no sabía
si ponerle al carrito una caja nueva o sólo una base (para así aligerarle peso).
Santi me solucionó esa duda: buscó por su almacén y encontró dos retales de plancha
de acero galvanizado. No tan sólo me los regaló que, encima, los cortó a medida
con la radial y los soldó fuertemente, como base para el remolque.
Planchas de acero galvanizado
soldadas (vista desde abajo del remolque)
Con el trabajo impagable del
bueno de Santi, mi carrito ya empezaba a tener forma... Ahora tocaba tapar las
aberturas de los extremos de los tubos y cubrir las pequeñas abolladuras de su
superficie. Para ello me asesoró otro artista: Jordi Pascual Morant (www.pascualmorant.com). Jordi,
especialista con trabajos con resina de poliéster, me regaló un frasco de masilla
fina de poliéster para coches y un tubo de pasta BPO (compuesta por peróxido de
dibenzoílo). Con estos 2 componentes, pude amasar la masilla para cubrir y
tapar todas las imperfecciones del chasis.
Masilla aplicada a las
pequeñas abolladuras y a los extremos abiertos de los tubos
Una vez terminado el
enmasillado, era momento para hacerle al carrito las perforaciones que
necesitaría para ponerle, posteriormente, algunos de sus accesorios…Con mi taladro
eléctrico y una broca para metal del número 5, hice cuatro agujeros para la colocación de los
2 catadióptricos triangulares traseros. Después, con una broca
para metal del número 13, realicé un orificio en la plancha para poder pasar el tornillo de un caballete plegable.
Agujero del 13 practicado en la plancha, para la colocación
de un caballete plegable
Llegó el momento para dejar el
chasis a punto para el pintado. En primer lugar, con una lima para
hierro, alisé todos los salientes y rebabas de los tubos. Después,
usando más el tacto que la vista, me enfrasqué sobre el óxido y los
sobrantes de la masilla, con un papel de lija fino (de 150) .
Tubos lijados y salientes limados:
todo preparado para la imprimación
Para pintar el remolque me dejé
ayudar por una empresa puntera en el sector y referencia en todo el país en
aplicaciones industriales y decorativas: Aplindec, S.L. (www.aplindec.com). Su gerente, Emmanuel
Gordo, me asesoró como debía tratar la superficie, así como pintarla de forma
correcta en posterioridad. A parte de esta valiosa información, me dejó desinteresadamente
un pote de imprimación y otro de esmalte metálico.
Ya en mi taller, extendí en las
barras de hierro y sobre la plancha de acero galvanizado, una capa de la “Imprimación
multiuso para superficies de difícil adherencia”. Para hacerlo, utilicé un
pincel fino para los tubos y un rodillo pequeño para la plancha.
Imprimación aplicada a los
tubos y a la plancha de acero galvanizada
Tocaba pintar el remolquito... Para
ello utilicé el pote de “Esmalte metálico antioxidante (gris forja) sin
necesidad de imprimación” que también me cedió la empresa Aplindec. Otra vez
utilicé un pincel para pintar los tubos y un rodillo pequeño para la chapa. Le
apliqué 2 capas.
Aplicación del esmalte gris
forja al cuerpo del remolque
Acabadas las tareas de pintor,
me lancé con el montaje de los accesorios. Lo primero era encontrarle unas
ruedas nuevas… para ello, aproveché las de una vieja bicicleta de montaña infantil. ¡Eran perfectas! Su
tamaño (20x1,75), mucho mayor que el original, se ajustaba, perfectamente,
al hueco dejado por los tirantes del remolque. Su llanta de aluminio, le ofrecía
mayor ligereza al conjunto y las cubiertas, típicas de “mountain bike”, le daban una
imagen renovada y más moderna al carrito.
Para que las ruedas, al ser montadas, quedaran más estéticas y simétricas, le saqué el piñón (ya que para usar en un remolque, esa pieza queda inservible). Para este proceso me ayudó, desinteresadamente Iván, mecánico de bicicletas de Fàbregues.
En una bicicleta, el ancho de los ejes de la rueda delantera y trasera son diferentes: el eje trasero es más largo, precisamente, para poder llevar montado el piñón... en cambio, en un remolque, el espacio para la colocación de las ruedas suele tener la misma separación. En mi carrito, esta distancia coincide con la del eje mayor de mis ruedas. Así pues, para igualar la distancia más corta del eje de mi rueda delantera, respecto la trasera, le coloqué bien ajustadas, a cada lado de este eje corto, 2 tuercas para darle así el grosor necesario. Los anteriores propietarios no debieron tener en cuenta estas diferencias y, al apretar las tuercas de la rueda del eje menor, doblaron y deformaron considerablemente el tirante derecho del remolque. Para enderezarlo (con sumo cuidado) utilicé el gato mecánico de mi coche, accionándolo lentamente hasta conseguir dejar perfectamente enderezado dicho tirante.
Para que las ruedas, al ser montadas, quedaran más estéticas y simétricas, le saqué el piñón (ya que para usar en un remolque, esa pieza queda inservible). Para este proceso me ayudó, desinteresadamente Iván, mecánico de bicicletas de Fàbregues.
Rueda trasera de la mountain bike infantil, con el piñón extraído
.En una bicicleta, el ancho de los ejes de la rueda delantera y trasera son diferentes: el eje trasero es más largo, precisamente, para poder llevar montado el piñón... en cambio, en un remolque, el espacio para la colocación de las ruedas suele tener la misma separación. En mi carrito, esta distancia coincide con la del eje mayor de mis ruedas. Así pues, para igualar la distancia más corta del eje de mi rueda delantera, respecto la trasera, le coloqué bien ajustadas, a cada lado de este eje corto, 2 tuercas para darle así el grosor necesario. Los anteriores propietarios no debieron tener en cuenta estas diferencias y, al apretar las tuercas de la rueda del eje menor, doblaron y deformaron considerablemente el tirante derecho del remolque. Para enderezarlo (con sumo cuidado) utilicé el gato mecánico de mi coche, accionándolo lentamente hasta conseguir dejar perfectamente enderezado dicho tirante.
Enderezando el tirante
derecho del remolque (con el gato mecánico del coche)
A parte de las ruedas, como
podemos ver en la siguiente imagen, necesité algunos pocos accesorios más para el
montaje del carrito: los dispositivos ópticos, las piezas para el enganche y un
caballete plegable (del tipo pata de cabra) pensado para dejar nivelado el remolque, al desengancharle la bici:
Todos los accesorios
utilizados para el montaje del remolque
La mayoría de estos accesorios
los tenía en el “cajón de sastre” de mi taller: las 2 ruedas, los 2 catadióptricos
delanteros (blancos), una de las 2 luces traseras rojas (de tipo led), el
caballete plegable,
las correas de amarre y el enganche para la tija del sillín de la bici “tractora”. Por
cierto, mi enganche (con palometa), es un artilugio que encontré tirado
en una cuneta, desconozco su función real pero a mi me ha ido de
maravilla, siendo una pieza estable, segura y de fácil ensamble.
Detalle del enganche situado en la tija del sillín de mi bici plegable
Así pues, sólo tuve que comprar
(y este ha sido el único gasto de la restauración del remolque): otra luz de tipo
led trasera (igual que la que tenía), los catadióptricos laterales (amarillos)
para los radios de las ruedas y los triangulares traseros (rojos) con sus 4
tornillos métricos. Total... unos 10 euros que, finalmente, han sido un
regalo de Marga, mi mujer, que se ha negado (tozudamente) a que yo
pagara nada de la restauración… J
Pues bien, a continuación, podéis ver diferentes fotos del antes y después de la restauración (clickad para ampliarlas):
Hacer realidad este remolque
para bicis, hacer realidad aquel sueño de mi niñez... es un ejemplo gráfico de lo que os he querido explicar en este escrito.
Dejémonos de complicaciones y estereotipos: ¡Disfrutemos la vida!, disfrutemos de la gente que nos rodea, disfrutemos de este preciso instante… Dejemos siempre abierto nuestro pequeño carro, para que todos (bien apretados) podamos subir en él y compartir el camino tortuoso de la vida.
Dejémonos de complicaciones y estereotipos: ¡Disfrutemos la vida!, disfrutemos de la gente que nos rodea, disfrutemos de este preciso instante… Dejemos siempre abierto nuestro pequeño carro, para que todos (bien apretados) podamos subir en él y compartir el camino tortuoso de la vida.
Remolque enganchado,
caballete plegado… preparado para la carga… ¡para partir!
Gracias a todos los que estáis
a mi lado en estos tiempos complicados… gracias por ayudarme… ¡gracias por
vuestra amistad!
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