sábado, 7 de septiembre de 2013

Los amigos caben en un carrito de bicicleta

Los amigos caben en un carrito de bicicleta

Era el año 1995… estaba con algunos compañeros de clase, en el bar de la facultad de ciencias de la Universitat Autònoma de Barcelona, jugando a la “Butifarra” y filosofando sobre la vida. Entre baza y baza, salió el tema de la amistad y del mal uso que se le suele dar a esta palabra... Recuerdo que fue Lluís quien me pidió mi opinión, le dije que era un tema complejo y prefería ordenar mis ideas frente a un folio. Escribí unas líneas, a modo de ensayo, que titulé “Las Relaciones Humanas” y, al día siguiente, le entregué una copia manuscrita.
Bar de la facultat de ciències de la U.A.B.
Hoy, 17 años después, me ha hecho gracia volver a leer ese texto y ver la forma jerárquica como lo redacté… se nota la influencia de mis estudios y mi pasión por la sistemática… se nota que me dejé llevar por mi faceta más racional y científica. Escribiendo una verdadera clasificación (si se me permite, casi taxonómica) para este tipo de relaciones…
De momento no digo más, os dejo con la transcripción original del escrito:
Las Relaciones Humanas
Las personas somos, generalmente, animales sociales que nos gusta relacionarnos entre nosotros. Es importante plantearnos alguna vez cuál es nuestro papel hacia los demás. Con este escrito intentaré dar mi particular opinión sobre como es mi relación hacia el resto de personas del mundo.
Nuestra relación hacia el resto de humanos la podemos separar en dos grandes grupos: los NO CONOCIDOS y los CONOCIDOS:

1.- Los NO CONOCIDOS los podemos subdividir en: desconocidos y no reconocidos:

  • Los desconocidos son la gran masa de personas de la Tierra que desconocemos su existencia, ya que nunca hemos visto u oído hablar de ellos.
  • Los no reconocidos son personas que desconocemos su existencia pero, sin embargo, a pesar de haberlo olvidado, en un pasado tuvimos un contacto poco o algo importante. Por ejemplo aquella monitora que tuvimos en aquellas convivencias, 30 años atrás…

2.- Los CONOCIDOS, es el grupo de humanos que, como mínimo, conocemos de vista u oída. En este caso, podemos subdividirlos en 5 tipos: simples conocidos, compañeros, pseudoamigos, amigos y amados:

  • Los simples conocidos son personas que conocemos su existencia. Este conocimiento podrá ser más o menos importante. Distinguimos 2 subtipos: en primer lugar tenemos los idolatrados, estos son personas que podemos conocer muy bien su vida (por ejemplo la de un famoso) pero él a nosotros desconocernos completamente. Por otro lado tenemos los saludados, en este caso son esas personas las cuales el reconocimiento puede ser mutuo, pudiendo incluso coincidir en determinados lugares de forma más o menos habitual (por ejemplo, cada mañana, en la parada del autobús), pero no existir entre ambas ningún otro tipo de relación.
  • Los compañeros son el grupo de personas con las que ya mantenemos algún tipo de relación conjunta, por ejemplo: de trabajo, de estudio, deportiva, política, etc.
  • Los pseudoamigos (colegas, amiguetes, etc.) pueden ser también compañeros pero, con ellos ya compartimos los momentos de ocio y recreo (como ir al teatro, de bares, a un concierto, a bailar...).
  • El amigo es la persona con quien mantenemos una relación de amistad… la amistad es un sentimiento difícil de explicar y fácilmente confundible por otros más banales... La amistad pienso que se aproximaría a: compartirlo todo sin esperar nada a cambio, prever lo que necesita tu amigo (y avanzarse para solucionarlo) y, sobretodo, a quedarse a su lado en sus peores momentos.
  • Por último tenemos al amado. Este es el amigo que hemos aprendido a amar... Es la persona que sentimos el súmmum de todos los sentimientos humanos: ¡el amor! Si ya era difícil explicar lo que era la amistad, más difícil es definir el amor. Con la persona que nos hemos enamorado, deberíamos tener la misma relación que con un amigo: pero más estrecha, más intensa, más íntima…

Las relaciones humanas son complejas: el amado, como se ha dicho, primero que nada debería ser nuestro amigo. Un  amigo, a su vez, puede ser pseudoamigo o compañero. Obviamente mucha gente le dice amigo a personas que no pasarían de pseudoamigos, compañeros o, incluso, simples conocidos... como siempre, se puede hacer una mala interpretación de los sentimientos. Me hace mucha gracia aquellas personas que proclaman y presumen que tienen “muchos amigos”... ¿seguro que lo son?
Tener simples conocidos es normal si vivimos en sociedad; tener compañeros o pseudoamigos también es una cuestión relativamente fácil si nos relacionamos… pero tener un verdadero amigo es ya más difícil (los podemos contar con los dedos de la mano). Evidentemente, conocer realmente a la persona amada, es tarea muy difícil…
Las relaciones familiares se pueden englobar en cualquiera de los tipos de esta clasificación: los parientes pueden ser amigos, simples conocidos... o, incluso, desconocidos si son lejanos.
Esta reflexión quiere poner sobre la mesa todas las relaciones que tenemos hacia el prójimo. Si conocemos que tipo de relación podemos tener con el resto de personas, sabremos valorar, como se merecen, las verdaderas y sinceras amistades.
Humbert Sanz i Vaqué, marzo de 1995
Pues bien, a día de hoy, a pesar que las definiciones que utilicé en el texto podrían ser (más o menos) correctas, la lectura general del escrito me ha parecido demasiado encorsetada y simplista… Tampoco me acaba de convencer el término “relaciones humanas”, casi prefiero definirlas como: “relaciones sociales”.
  
Torre de manos… queriendo simbolizar las relaciones sociales
Pero, ¿cómo son estas relaciones sociales? Cada persona es un mundo y, cada cual, siente sus relaciones hacia los demás como buenamente puede… Sería como intentar explicar como experimentamos cada uno de nosotros la alegría o la tristeza… Lo importante, de verdad, es poder llegar a entender y respetar como sienten los demás.
Otro error es querer etiquetar a las personas que nos rodean: “¡Esta persona es amigo, esta no!”. En la vida, quien menos te lo esperas, aparece entre la multitud (como el Cirineo) para ayudar a cargar con nuestra pesada cruz…  en cambio, personas con quien realmente confiabas, van a desaparecer cuando estés al suelo derrotado… 
Jesús y el Cirineo, de Tiziano Vecellio. Museo del Prado (Madrid)
Por eso, a pesar de lo complejo que pueden parecen las relaciones sociales, todo es mucho más sencillo: Hemos de vivir el día a día de forma positiva, disfrutando de todo y de todos los que nos rodean, intentar hacer siempre el bien (sin ninguna distinción), ser agradecidos hasta con el más mínimo detalle y… de esta forma, entenderemos el gozo de eso que llamamos convivir.
Os voy a poner un ejemplo que sintetiza esto que estoy contando:
Como sabéis, uno de mis hobbies es restaurar bicicletas, por otra parte, ya desde pequeño, siempre tuve la ilusión de tener un carrito de esos para ser arrastrados por un ciclo (como el de Pancho, en la serie televisiva Verano Azul). Pero estos remolques nuevos son caros… y más, considerando el poco uso que yo, hoy por hoy, le podría dar. ¡Vaya!, que sería tan solo un simple capricho que, en estos tiempos tan malos económicamente hablando… no podría, ni tan siquiera, llegarme a figurar.
Pues bien, a principios de este año, me regalaron un ruinoso y oxidado carrito para bici. En seguida comencé a pensar como restaurarlo… hice cuentas y la restauración era inviable ya que, debido a su pésimo estado, los gastos que generarían la mano de obra de especialistas y los materiales usados, sumarían más que comprar otro nuevo… ¿Fin de la historia? ¡No! Al saber mis intenciones, mucha gente de mi alrededor, se volcaron para ayudarme. ¡Todos de forma desinteresada!, todos quisieron subirse a este carro, para hacer juntos realidad mi anhelado y pertinaz sueño.
Restauración de un carrito para bicicletas y... agradecimientos
En primer lugar, quisiera dar las gracias a la familia Rodríguez Portillo por regalarme el carrito viejo y, con él, la ilusión de poder darle otra oportunidad a ese denostado remolque. Quiero agradecerles, públicamente, su hospitalidad… porqué siempre nos hacen sentir (a mi mujer y a mí) uno más de la familia cuando vamos a su finca del barranc de la Vall del Pastor.
  
Estado decrépito en que se encontraba el carrito cuando se me entregó
Bueno, lo primero que hice fue desmontarlo: saqué una cadena que venía colocada en la parte trasera del remolque (y que substituía una barra de hierro travesera perdida antaño), desarmé la pesada y podrida caja de madera y, por último, descarté las inaprovechables ruedas (con la llanta totalmente descantillada y abierta). Ya, con sólo el chasis del carrito, me fijé que los tubos: estaban muy oxidados, con abolladuras y con los orificios de los extremos sin sellar… pero podría salvarlos, excepto la barra inferior trasera, que estaba doblada y en muy mal estado (como se ve en la anterior foto).
Tocaba buscar 2 barras de hierro (de igual diámetro que las del chasis) para substituir la doblada en mal estado y la travesera perdida. Fue el pintor y escultor Toni Camarasa (www.tonicamarasa.net) quien me dio estos dos tubos: encontrados entre el material de reciclaje que utiliza para la creación de sus obras.

Escultura con hierros reciclados del artista Toni Camarasa
El siguiente paso era soldar las barras al chasis… Aquí entro en escena mi amigo Santi Diaz (gran conocedor y amante del bricolage). Cordialmente, me invitó a su casa un sábado por la mañana… después de desayunar una buena parrillada, se puso manos a la obra: primero cortó con la radial el tubo viejo a substituir, luego cortó a medida las 2 barras a restituir y, por último, las soldó en el sitio correspondiente del remolque.
  
Santi soldando las dos nuevas barras traveseras al chasis del carrito
Hasta ese día, todavía no sabía si ponerle al carrito una caja nueva o sólo una base (para así aligerarle peso). Santi me solucionó esa duda: buscó por su almacén y encontró dos retales de plancha de acero galvanizado. No tan sólo me los regaló que, encima, los cortó a medida con la radial y los soldó fuertemente, como base para el remolque.
  
Planchas de acero galvanizado soldadas (vista desde abajo del remolque)
Con el trabajo impagable del bueno de Santi, mi carrito ya empezaba a tener forma... Ahora tocaba tapar las aberturas de los extremos de los tubos y cubrir las pequeñas abolladuras de su superficie. Para ello me asesoró otro artista: Jordi Pascual Morant (www.pascualmorant.com). Jordi, especialista con trabajos con resina de poliéster, me regaló un frasco de masilla fina de poliéster para coches y un tubo de pasta BPO (compuesta por peróxido de dibenzoílo). Con estos 2 componentes, pude amasar la masilla para cubrir y tapar todas las imperfecciones del chasis. 
Masilla aplicada a las pequeñas abolladuras y a los extremos abiertos de los tubos
Una vez terminado el enmasillado, era momento para hacerle al carrito las perforaciones que necesitaría para ponerle, posteriormente, algunos de sus accesorios…Con mi taladro eléctrico y una broca para metal del número 5, hice cuatro agujeros para la colocación de los 2 catadióptricos triangulares traseros. Después, con una broca para metal del número 13, realicé un orificio en la plancha para poder pasar el tornillo de un caballete plegable.
Agujero del 13  practicado en la plancha, para la colocación de un caballete plegable
Llegó el momento para dejar el chasis a punto para el pintado. En primer lugar, con una lima para hierro, alisé todos los salientes y rebabas de los tubos. Después, usando más el tacto que la vista, me enfrasqué sobre el óxido y los sobrantes de la masilla, con un papel de lija fino (de 150) . 
Tubos lijados y salientes limados: todo preparado para la imprimación
Para pintar el remolque me dejé ayudar por una empresa puntera en el sector y referencia en todo el país en aplicaciones industriales y decorativas: Aplindec, S.L. (www.aplindec.com). Su gerente, Emmanuel Gordo, me asesoró como debía tratar la superficie, así como pintarla de forma correcta en posterioridad. A parte de esta valiosa información, me dejó desinteresadamente un pote de imprimación y otro de esmalte metálico.
Ya en mi taller, extendí en las barras de hierro y sobre la plancha de acero galvanizado, una capa de la “Imprimación multiuso para superficies de difícil adherencia”. Para hacerlo, utilicé un pincel fino para los tubos y un rodillo pequeño para la plancha. 
Imprimación aplicada a los tubos y a la plancha de acero galvanizada
Tocaba pintar el remolquito... Para ello utilicé el pote de “Esmalte metálico antioxidante (gris forja) sin necesidad de imprimación” que también me cedió la empresa Aplindec. Otra vez utilicé un pincel para pintar los tubos y un rodillo pequeño para la chapa. Le apliqué 2 capas.
Aplicación del esmalte gris forja al cuerpo del remolque
Acabadas las tareas de pintor, me lancé con el montaje de los accesorios. Lo primero era encontrarle unas ruedas nuevas… para ello, aproveché las de una vieja bicicleta de montaña infantil. ¡Eran perfectas! Su tamaño (20x1,75), mucho mayor que el original, se ajustaba, perfectamente, al hueco dejado por los tirantes del remolque. Su llanta de aluminio, le ofrecía mayor ligereza al conjunto y las cubiertas, típicas de “mountain bike”, le daban una imagen renovada y más moderna al carrito.

Para que las ruedas, al ser montadas, quedaran más estéticas y simétricas, le saqué el piñón (ya que para usar en un remolque, esa pieza queda inservible). Para este proceso me ayudó, desinteresadamente Iván, mecánico de bicicletas de Fàbregues.

Rueda trasera de la mountain bike infantil, con el piñón extraído
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En una bicicleta, el ancho de los ejes de la rueda delantera y trasera son diferentes: el eje trasero es más largo, precisamente, para poder llevar montado el piñón... en cambio, en un remolque, el espacio para la colocación de las ruedas suele tener la misma separación. En mi carrito, esta distancia coincide con la del eje mayor de mis ruedas. Así pues, para igualar la distancia más corta del eje de mi rueda delantera, respecto la trasera, le coloqué bien ajustadas, a cada lado de este eje corto, 2 tuercas para darle así el grosor necesario. Los anteriores propietarios no debieron tener en cuenta estas diferencias y, al apretar las tuercas de la rueda del eje menor, doblaron y deformaron considerablemente el tirante derecho del remolque. Para enderezarlo (con sumo cuidado) utilicé el gato mecánico de mi coche, accionándolo lentamente hasta conseguir dejar perfectamente enderezado dicho tirante.
Enderezando el tirante derecho del remolque (con el gato mecánico del coche)
A parte de las ruedas, como podemos ver en la siguiente imagen, necesité algunos pocos accesorios más para el montaje del carrito: los dispositivos ópticos, las piezas para el enganche y un caballete plegable (del tipo pata de cabra) pensado para dejar nivelado el remolque, al desengancharle la bici:
  
Todos los accesorios utilizados para el montaje del remolque
La mayoría de estos accesorios los tenía en el “cajón de sastre” de mi taller: las 2 ruedas, los 2 catadióptricos delanteros (blancos), una de las 2 luces traseras rojas (de tipo led), el caballete plegable, las correas de amarre y el enganche para la tija del sillín de la bici “tractora”. Por cierto, mi enganche (con palometa), es un artilugio que encontré tirado en una cuneta, desconozco su función real pero a mi me ha ido de maravilla, siendo una pieza estable, segura y de fácil ensamble.

Detalle del enganche situado en la tija del sillín de mi bici plegable
Así pues, sólo tuve que comprar (y este ha sido el único gasto de la restauración del remolque): otra luz de tipo led trasera (igual que la que tenía), los catadióptricos laterales (amarillos) para los radios de las ruedas y los triangulares traseros (rojos) con sus 4 tornillos métricos. Total... unos 10 euros que, finalmente, han sido un regalo de Marga, mi mujer, que se ha negado (tozudamente) a que yo pagara nada de la restauración… J
Pues bien, a continuación, podéis ver diferentes fotos del antes y después de la restauración (clickad para ampliarlas):


Hacer realidad este remolque para bicis, hacer realidad aquel sueño de mi niñez... es un ejemplo gráfico de lo que os he querido explicar en este escrito.

Dejémonos de complicaciones y estereotipos: ¡Disfrutemos la vida!, disfrutemos de la gente que nos rodea, disfrutemos de este preciso instante… Dejemos siempre abierto nuestro pequeño carro, para que todos (bien apretados) podamos subir en él y compartir el camino tortuoso de la vida.
  
Remolque enganchado, caballete plegado… preparado para la carga… ¡para partir!
Gracias a todos los que estáis a mi lado en estos tiempos complicados… gracias por ayudarme… ¡gracias por vuestra amistad!

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