VAL 1 - 1 RM: Toma, Pérez Lasa, toma
No salió el partido del domingo, pero también porque no lo necesitaba. El Real Madrid cerró su pase a semifinales de la Copa del Rey tras cuajar un solidísimo partido en Mestalla, otra vez el Valencia (1-1). Pero si el pasado domingo todo fue remar a favor, en estos cuartos tocó hacerlo con todo en contra, Iker lesionado nada más empezar, Coentrao expulsado por una mano involuntaria y una lluvia de palos escandalosa permitida por Pérez Lasa, casero a más no poder. Así que el pase, no puede ser de otra forma, debe estar dedicado al simpar colegiado vasco.
Este Madrid parece otro. Pese a toda la serie de catastróficas
desdichas que tuvo que soportar desde el principio, no puso un mal
gesto, una mala cara. Nadie se escondió y todos, los catorce jugadores
que tomaron parte en el encuentro, trabajaron a destajo para sacar todo
adelante de la mejor manera. En el acoso esperado del Valencia desde el
inicio, enrabietado por el 0-5 dominical y con la obligación de
remontar, Iker se lesionó. Fue una jugada fortuita, en la que el portero
midió mal una salida (por segunda ocasión en el partido) e interpuso su
mano entre el balón y el pie de un Arbeloa que pensaba en mandar el
balón a Pernambuco, como debe. La mano del Santo hizo crack y le tocó
salir a Adán, el portero que iba a ser de Copa y que al final parecía
que iba a quedarse sin nada que rascar en medio del volcán mediático que
es éste Real Madrid.
Pero en el volcán emergió un Madrid fantástico. Con un registro distinto, nada que ver con el domingo, pero extraordinariamente sólido. Con un Varane inconmensurable, con un muy buen Albiol otra vez y con un Xabi Alonso sencillamente delicioso ordenando la zaga, el Madrid echaba cubo de agua tras cubo de agua sobre los rescoldos que le quedaban a un Valencia que no lograba encontrar resquicios para apurar a Adán y que para colmo tenía que encomendarse a Guaita ante las contras blancas, sacando un par de magníficas paradas a remates de Cristiano y Di María.
El primero en encontrar el gol, con el Valencia empezando a quedarse con los cables pelados de pura impotencia (vergonzoso pisotón de Víctor Ruiz a De María que no fue siquiera amarilla a juicio de Pérez Lasa cuando era roja directa), fue el Madrid. Un maravilloso pase de Xabi Alonso, menuda lección de fútbol en Mestalla, fue aprovechado por un hasta entonces transparente Benzema para que el galo del mapache en la cabeza lograra, por fin, superar a Guaita.
La cosa parecía calmarse. El 0-3 en la eliminatoria dejaba la cosa sentenciada, pero Pérez Lasa quiso que este cuarto de final tuviera una traca final. Así que nada más empezar la segunda parte decidió expulsar a Coentrao por unas manos en un salto y de espaldas al balón. El Madrid se quedó con diez y en el saque de esa misma falta Adán, que esperaba que alguien tocara el balón, se lo tragó. 1-1 y aquello que parecía poder complicarse.
Pero no hubo siquiera momento de ponerse nervioso, más allá de la somanta de palos que se llevó Ronaldo. El Madrid estuvo excepcionalmente bien plantado, sin pasar apuros y con un Cristiano, capitán con brazalete desde que se fue Iker, descomunal, con el modo Terminator activado y pegándose un palizón solidario en defensa sobresaliente. En ese tramo, por cierto, jugó Nacho. Y el capitán del Castilla, que debutó en Primera en Mestalla hace dos años, estuvo sobrado actuando como lateral derecho. El remate final lo puso de nuevo Pérez Lasa, que tras mirar para otro lado en todos y cada uno de los palos de los valencianistas, mención especial para un Cissokho que frió a Ronaldo a codazos, acabó expulsando a Di María por un calentón del argentino, harto de ser la diana de las coces de otros.
Así que a semifinales. Otra etapa que se quema. Y otro paso más que se da. Porque jugar un tiempo con diez y unos minutillos con nueve y no pasar apuros, mostrando una calidad defensiva, una inteligencia y una solidaridad que hacen pensar en lo mejor. Que pase el siguiente.
Pero en el volcán emergió un Madrid fantástico. Con un registro distinto, nada que ver con el domingo, pero extraordinariamente sólido. Con un Varane inconmensurable, con un muy buen Albiol otra vez y con un Xabi Alonso sencillamente delicioso ordenando la zaga, el Madrid echaba cubo de agua tras cubo de agua sobre los rescoldos que le quedaban a un Valencia que no lograba encontrar resquicios para apurar a Adán y que para colmo tenía que encomendarse a Guaita ante las contras blancas, sacando un par de magníficas paradas a remates de Cristiano y Di María.
El primero en encontrar el gol, con el Valencia empezando a quedarse con los cables pelados de pura impotencia (vergonzoso pisotón de Víctor Ruiz a De María que no fue siquiera amarilla a juicio de Pérez Lasa cuando era roja directa), fue el Madrid. Un maravilloso pase de Xabi Alonso, menuda lección de fútbol en Mestalla, fue aprovechado por un hasta entonces transparente Benzema para que el galo del mapache en la cabeza lograra, por fin, superar a Guaita.
La cosa parecía calmarse. El 0-3 en la eliminatoria dejaba la cosa sentenciada, pero Pérez Lasa quiso que este cuarto de final tuviera una traca final. Así que nada más empezar la segunda parte decidió expulsar a Coentrao por unas manos en un salto y de espaldas al balón. El Madrid se quedó con diez y en el saque de esa misma falta Adán, que esperaba que alguien tocara el balón, se lo tragó. 1-1 y aquello que parecía poder complicarse.
Pero no hubo siquiera momento de ponerse nervioso, más allá de la somanta de palos que se llevó Ronaldo. El Madrid estuvo excepcionalmente bien plantado, sin pasar apuros y con un Cristiano, capitán con brazalete desde que se fue Iker, descomunal, con el modo Terminator activado y pegándose un palizón solidario en defensa sobresaliente. En ese tramo, por cierto, jugó Nacho. Y el capitán del Castilla, que debutó en Primera en Mestalla hace dos años, estuvo sobrado actuando como lateral derecho. El remate final lo puso de nuevo Pérez Lasa, que tras mirar para otro lado en todos y cada uno de los palos de los valencianistas, mención especial para un Cissokho que frió a Ronaldo a codazos, acabó expulsando a Di María por un calentón del argentino, harto de ser la diana de las coces de otros.
Así que a semifinales. Otra etapa que se quema. Y otro paso más que se da. Porque jugar un tiempo con diez y unos minutillos con nueve y no pasar apuros, mostrando una calidad defensiva, una inteligencia y una solidaridad que hacen pensar en lo mejor. Que pase el siguiente.
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