domingo, 14 de abril de 2013

La UD Las Palmas, incómoda frente a un rival plomizo y sin efectividad en ataque, se para ante el Hércules CF (0-0)

Un reloj sin manecillas

14.04.2013 | 00:58
Un reloj sin manecillas
 
Ante cada oportunidad para dar un paso al frente, justo en cada momento que parece propicio para avanzar en la clasificación y aspirar a todo -incluido el ascenso directo a Primera División-, la Unión Deportiva Las Palmas se para como un reloj sin manecillas. Ocurrió hace dos semanas, cuando el Guadalajara asaltó el Estadio de Gran Canaria (0-1) y ayer sucedió algo similar con el paso por Siete Palmas del Hércules CF, un rival de corte plomizo y espíritu peleón que, en el empeño por acelerar el paso y huir de la amenaza del descenso a Segunda B, arañó un empate (0-0).
El tropiezo de la UD Las Palmas, el segundo consecutivo como local, al menos debe aclararle el panorama. De aquí al final de Liga, durante las próximas ocho jornadas, ya sabe cómo se las gastan los adversarios que se juegan el pellejo en la categoría y, por lo visto hasta ahora -basta con repasar la cita de ayer o el duelo ante el Guadalajara-, ese tipo de pulsos, ante cualquier equipo metido en apuros, no le sientan nada bien.
Cómodo en partidos disputados sin reservas, frente a rivales descarados y de corte ofensivo que dejan espacios para la carrera y la imaginación, la UD Las Palmas nada como pez en el agua. Pero si el envite requiere paciencia para desarmar la resistencia del contrincante y una batería de recursos para desarticular defensas pobladas por gente y números, el asunto se suele poner muy feo para el conjunto de Sergio Lobera.
El Hércules CF, con la lección bien aprendida después de 33 jornadas de Liga, conocedor de todos los puntos fuertes y de todos los puntos débiles de la UD Las Palmas, planteó un encuentro lleno de trampas, un juego de enredos en el que siempre quedó atrapado el conjunto amarillo. A partir del orden, de corte tenaz y estructura cuadriculada, el equipo entrenado por Quique Hernández fue capaz de cortar el ritmo de juego local tras el pitido inicial.
En esa tarea, la de frenar el ímpetu local, colaboró involuntariamente el árbitro, Pedro Sureda Cuenca. Lesionado en la rodilla derecha desde el minuto cinco, tras tropezar con Thievy, el empeño del colegiado balear por seguir sobre el césped condicionó el primer tramo del partido. Hasta el minuto 25, momento en el que finalmente decidió ceder el testigo al cuarto árbitro -el tinerfeño Pablo Fernández Brito-, Sureda Cuenca interrumpió hasta tres veces el juego para ser atendido por los servicios médicos de ambos equipos, acciones que en total detuvieron el tiempo de juego durante siete largos y desesperantes minutos.
Sin ritmo, sin tensión competitiva ni continuidad, el partido transcurrió entre la confusión más absoluta. El primer aviso del Hércules CF quedó registrado 32 segundos después del comienzo del encuentro. Una combinación del cuadro blanquiazul por la banda derecha, zona por la que avanzó Redondo, llegó hasta la frontal del área -tras amagar Portillo con el chut para luego dejar pasar la pelota- a las botas de Braulio. El delantero majorero, lanzado y lleno de balón, golpeó con todo para poner a prueba a Mariano Barbosa, que respondió con nota al desviar el esférico a córner.
La puesta en escena del Hércules CF quedó en eso, en mera apariencia. Tras ese aviso, replegó las velas para esperar a la UD Las Palmas alrededor de Falcón, su guardameta. Sin ningún tipo de complejo o remordimiento, cedió la pelota a la UD Las Palmas, apretó las líneas y no dejó espacios entre la defensa y la portería.
Momo, fuera del once
El plan del Hércules CF levantó un desafío enorme que la UD Las Palmas no interpretó de manera correcta ni supo vencer. Incómoda siempre, tanto por la aspereza de la atmósfera provocada por el rival como por la falta de fluidez en el juego impuesta por la lesión del árbitro, el conjunto amarillo consumió la primera media hora de juego sin saber muy bien qué hacer.
En ese tramo de encuentro, tal vez por oficio, tal vez por conocer el negocio desde hace unos cuantos años, Tato fue el futbolista de la UD Las Palmas más vertical, una cualidad que ayer se antojaba indispensable para hacer frente a la resistencia del Hércules CF. Con Chrisantus como pareja de ataque de Thievy, el futbolista murciano fue el elegido por Sergio Lobera para sustituir a Momo en el extremo derecho. Desde allí, en el minuto 19, se inventó la primera jugada a través de la cual el equipo amarillo se acercó al área visitante.
Descubierto por Tato el camino para hincar el diente al Hércules CF, con el desborde individual, la perpendicularidad y los desmarques por las bandas como base fundamental de un abecé tan particular, la UD Las Palmas se empeñó en elegir el camino equivocado. Empeñada en abrirse paso por el carril del centro, por donde más tráfico había, ya sea a través de la combinación o el juego directo, el ataque local facilitó el trabajo a la defensa del cuadro alicantino.
Previsible, con movimientos torpes, en una sala de máquinas donde pesan los problemas físicos que merman el juego de Nauzet Alemán pese a la proyección de futbolista grande que luce Hernán, la UD Las Palmas sólo merodeó la portería del Hércules CF en momentos puntuales, a impulsos, casi siempre por aventuras individuales y muy pocas veces por acciones colectivas, en las que todas las piezas amarillas dispuestas por Sergio Lobera sobre el tablero se movieran al mismo son.
Antes del descanso, tramo del envite al que se llegó tras un descuento de ocho minutos, el Hércules merodeó por última vez el área de Barbosa. Tras un pase de Portillo, Eldin exigió un paradón del guardameta argentino, que se presenta al tramo final de la temporada en un momento dulce.
Si en la primera mitad el Hércules CF dejó bien claro que daba por bueno el empate inicial, en el segundo acto el propósito visitante se acentuó a lo bestia. Quique Hernández ordenó que dos líneas de jugadores acamparan en la frontal del área, por donde tres futbolistas blanquiazules caían como lobos sobre cualquier jugador amarillo que se acercara por la zona con el balón en los pies.
Pese a la resistencia de tono industrial del Hércules, la UD Las Palmas gozó de ocasiones para ganar. La tuvo Chrisantus en el minuto 55, pero solo ante Falcón erró el tiro cuando lo más fácil era pasar a Vitolo. Casi un cuarto de horas después (min. 69), Thievy estrelló el balón en el palo tras una jugada espléndida, en la que Hernán sacó la pelota con rapidez y Momo encontró el desmarque de Tato que, con un taconazo, habilitó al delantero francés para tirar a puerta.
Nada de eso fue suficiente para evitar el traspié de la UD Las Palmas, que ya sabe lo que le espera en los dos últimos meses de competición. Ahora ni valen los cálculos, ni los antecedentes, ni nada. Aquí ya no hay perdón.

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