Dice esto:
Había un señor, al que llamaremos "A", que se dedicaba a lo suyo, nunca se metía en la vida de nadie y tenía muy claro que el tiempo en la tierra es demasiado limitado como para perderlo en cotilleos y "dites y diretes."
Un día, de camino al centro social donde este hombre impartía a diario clases gratuitas para todo aquel que estuviese interesado, se encontró con una persona, a la que llamaremos "B", que se mostró muy amigable y que expresó mucho interés en lo que este hombre hacía.
Para demostrar su interés, empezó a adular al hombre y después a emularle.
La adulación no dio resultado, pero la emulación sí --de modo que "A" hizo partícipe a "B" de algunas de las actividades que realizaba...pues entendió que la propagación de una iniciativa noble era algo positivo.
El problema es que estas dos personas no compartían MOTIVACIÓN BASE, de modo que "B" pronto dejó de hallar interés en las actividades de "A" y volvió de nuevo a la adulación inicial, pero igual que anteriormente no le dio resultado --con la diferencia de que en esta ocasión "A" se lo expresó claramente.
Esa claridad, en la mente de "B" se tradujo en "insulto, afrenta, ofensa".... y pronto lo que empezó como adulación y admiración hacia "A", se tornó en rabia y eventualmente en odio.
"A" continuó su camino y sus actividades de siempre, y "B" el suyo (odiando a "A").
Un día "B" se encontró con una lámpara que tenía un genio dentro. Al golpearla el genio salió y le sugirió que pidiera un deseo pero que supiera que de aquello que pidiera, a su enemigo le entregaría el doble.
"B" entonces se acordó de "A" y después de pensarlo le dijo al genio muy emocionado ¡ya se qué deseo!
Deseo que me dejes tuerto.
...
Fin del cuento.
La Revolución y el camino hacia un mundo mejor, empieza en el corazón de cada uno de nosotros. LT
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