viernes, 15 de febrero de 2013

Los niños en el hospital.

  • Los niños en el hospital.
Está claro que ya estar ingresado en un hospital no es placentero para nadie, pero si hablamos de pasar parte de tu infancia en una planta de hospital la cosa empeora de una forma bastante importante.
Los niños en muchos casos deben estar meses ingresados sin poder salir, cuando no están aislados y ni siquiera pueden tener la compañia de otros niños o de sus familiares.
Esta desolador panorama mejora gracias a los médicos y enfermeras, y especialmente al grupo de voluntarios que intentan hacer su estancia hospitalaria más llevadera. Los payasos terapeúticos o lods Doctores sonrisas, como se les conoce en muchos hospitales, consiguen hacer reir a los pequeños pacientes y hacerles olvidar por momentos que están enfermos. A ellos se unen profesores de apoyo, cuentacuentos, talleres de manualidades y un largo etc.

La risa es una de las mejores terapias para estos niños y la obtienen gracias a un grupo de personas que tienen un tiempo de su vida reservado para ellos, que obtienen una satisfacción infinita haciendoles sonreir.
Dentro de cada planta de oncologia os podeis encontrar docenas de historias que os harán sonreir y llorar a la vez por la crueldad de la situación pero la valentia de sus protagonistas, como por ejemplo la simpática historia del Dr. Sliman, de tan solo 8 ocho años, o alguna otra que aqui os pongo:
"A Mireia Denuc, de 13 años, le diagnosticaron un osteosarcoma en la pierna. Sus padres fueron quienes le comunicaron que tenía un tumor maligno.

-¿Eso es cáncer, no? -les preguntó de buenas a primeras.

Desde un principio, Mireia mostró una gran voluntad de sobreponerse a la enfermedad. La capacidad de lucha de niños y jóvenes ha sorprendido a menudo a los que les rodean. Cuando Mireia supo que el tratamiento duraría un año entero se conjuró para no repetir curso. Aurora, su profesora domiciliaria, ha vivido numerosas anécdotas que demuestran ese tesón, como el día que vomitó al lado de la mesa donde impartían clase y ni aun así cesó en sus estudios. "Me ha sorprendido mucho. No hay tantas personas con esa capacidad para afrontar situaciones tan duras", afirma la docente.
"
"Víctor González, de 12 años, sufría leucemia y pasaba largas temporadas ingresado. Un día estaba en la cámara de aislamiento de Sant Pau, bajo de defensas y con una mucositis que le había hinchado la boca impidiéndole pronunciar palabra alguna. Fue entonces cuando recibió una visita inesperada. "De repente vi un montón de fotógrafos y cámaras", recuerda. "¿Qué coño hace éste aquí?", se preguntó cuando vio a Leo Messi. El astro argentino se vistió con los preceptivos gorro, bata, polaina y mascarilla, se lavó las manos y entró en la cámara. Víctor, culé declarado, no daba crédito a sus ojos. Como no podía hablar durante el cuarto de hora que duró la charla, tuvo que comunicarse mediante una libreta (que aún tiene guardada). Messi le prometió que le haría llegar una camiseta y que un día le invitaría al Camp Nou. Tras la marcha del futbolista, Víctor se echó a llorar producto de la emoción. Poco después, el llanto no había cesado; Messi se enteró y volvió a entrar en la cámara. Le dijo que no se iría hasta que se calmara. Y así fue.

Unos meses después le llegó la camiseta ("cada vez que me la pongo nos trae suerte y él marca algún gol"), aunque no pudo visitar el Camp Nou por estar demasiado bajo de defensas. Pudo volver a hablar con Messi un año más tarde, cuando a raíz de una recaída fue ingresado de nuevo y volvieron a coincidir. Tras media hora de conversación tuvieron que recordarle al futbolista que había otros niños esperándole. "Nos hicimos buenos amigos", recuerda Víctor con una sonrisa pegada en sus labios
."
"Sin embargo, tal y como muestran las estadísticas, no todos los niños con cáncer pueden presumir de un final feliz. La pequeña Vicky es una de ellas. Tras más de dos años de tratamiento y un trasplante de médula ósea de su hermana gemela, la enfermedad le ganó la partida y el pasado mes de agosto su pequeño cuerpo dijo basta. Muertes como la suya recuerdan constantemente a los profesionales médicos que quizá la enfermedad esté acorralada, pero que todavía existen flecos en los que seguir luchando para que ese microcosmos particular, desconocido y plagado de ternura, afronte su última batalla contra el cáncer infantil."

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