domingo, 10 de febrero de 2013

Alguien dijo una vez “Tengo un sueño”

Santiago Marcelino Leon Luis.

Alguien dijo una vez “Tengo un sueño”. Este “alguien” fue Martin Luther King un 28 de Agosto de 1963, en Washington. Otro hombre, Abraham Lincoln, dijo: “… juremos solemnemente que no murieron en vano; que esta nación, Dios mediante, tendrá un nuevo nacimiento en la libertad. Y que el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no desaparecerá de la faz de la Tierra” un 19 de noviembre de 1863, cien años antes.
Los dos lucharon por la igualdad del hombre, con distintos medios, en distintos tiempos y en distintos escenarios, pero con una idea común. El bien de todos los ciudadanos. Dos hombres que no se puede decir que hayan obtenido beneficios de su posición, por el contrario, obtuvieron una ejecución.
Aún podemos recordar a otro hombre, también estadounidense, J.F. Kennedy, al que le costó la vida sus actuaciones en defensa del pueblo (y no me refiero a su lucha por los negros).
Hay muchos de estos casos ligados en la historia, unos por su lucha contra el poder económico desbocado de los financieros y otros en su lucha por los derechos civiles de las personas, en el fondo manipulados por los entes económicos.
Pero, lo que podemos aprender de estas personas, es que los poderes en la sombra, el poder factico económico, es quien manda, y el que no obedece, se le aparta, se le liquida rápidamente. Pocos se han atrevido a enfrentarse a ellos y salir victoriosos. Uno de ellos fue Andrew Jackson, Séptimo Presidente de Estados Unidos, y el hombre que decía: “Yo maté al Banco”, el cual recibió dos balas, y suerte tuvo que no le mataron.
Pero hablamos de otras épocas. Aunque esto del tiempo tenga poco que ver con la ética, la moral y la honradez de las personas.
En estos momentos, indudablemente, estamos rodeados de una pandilla de mangantes, que no hay otra expresión posible, pandilla de psicópatas, pandilla de desalmados que ejercen de políticos, reunidos en un solo conjunto.
Si analizamos el panorama, no puede ser más desolador. Un partido en el Gobierno, que, esclavo de los designios de una Alemania y una Europa junto con un FMI y un BCE, a cual más inútil (demostrado en todo el mundo donde han actuado y han tenido la desgracia de hacerles caso), además, se rinde a las ordenes de unos bancos locales que tienen la culpa del 50% de lo que nos pasa. El otro 25%, es culpa del propio partido en el gobierno, por permitir la desregulación bancaria nacional y el otro 25% del partido hoy en la oposición y demás partidos que, cómodamente, se instalan en los cargos para cobrar un muy generoso y amplio sueldo, mal ganado y peor merecido.
Si contemplamos el panorama, no cabe otra sensación que la desolación. La máxima tristeza. Un país tirado por la borda sin razón alguna más allá que la de mantener unas prebendas de la casta política actual y obtener unos pingües beneficios cuando salgan de ejercer su función política por haber sido buenos chicos.
Actualmente, que dimita o no el presente partido, que se convoquen elecciones o no, es igual y da igual.
Hay que hacerse cargo de la situación. Primero, ningún partido es capaz de oponerse al sistema, o sea, que gane el que gane, doblará el testuz ante bancos y demás siniestros entes europeos. Todo seguirá igual. El que recibirá la puntilla, será el pueblo. Y lo más probable, es que gane el partido más fuerte de la oposición, porque lo que se puede detectar de todas las manifestaciones habidas, de todas las convocatorias, de todos los intentos de unificar al pueblo en una sola voz con coherencia, es que el pueblo también dobla el testuz, y callado y sumiso, sigue el camino del matadero.
La corrupción, el abuso de los despilfarros y componendas, va a continuar igual con unos que con otros. Solo hay que darse cuenta que ninguno alza la voz por reclamar que todos estos chorizos sean condenados de acuerdo a ley, ni tan siquiera que el dinero, origen de la causa, sea devuelto. ¿Qué puede esperarse de estos entes? Porque ni el que se promulga el más honrado de los partidos, ha dicho esta boca es mía en este asunto. Seguramente han firmado un Pacto de los Hermanos de la Costa.
Luego, cuando ocurre lo inevitable, vienen esos ciudadanos, que nunca han tomado parte, a criticar, a opinar, a decir, a juzgar, cuando ya no tiene remedio.
En estos momentos, el obtener un cambio, una mejora, no es volverse a los políticos a implorar, ni a los banqueros a suplicar. En estos momentos es volvernos hacia nosotros mismos y comprometernos en nuestro futuro como ciudadanos, como pueblo y como nación.
Los políticos se aferran al modelo de sistema actual que les garantiza sus puestos, sus sillones y un futuro con buenos sueldos. Estos no cambiaran nunca el paradigma en beneficio del pueblo. (Leer http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4791) Un artículo muy interesante.
Y eliminada la consideración de los políticos como reparadores del sistema ante su incapacidad para afrontar un cambio de paradigma, el mayor problema no se encuentra radicado en los nacionalismos, ni en los separatismos. El mayor problema se encuentra en los ciudadanos, en la apatía en la displicencia, en el conformismo, en la autocomplacencia en su sufrimiento, en seguir depositando la esperanza en unos políticos mentirosos, unos políticos que demuestran, día a día para lo que les preocupa el pueblo: Para cobrar. Cuando no podemos pagar, nos dejan tirados en la cuneta, como vulgares colillas.

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