sábado, 23 de febrero de 2013

La política como bien social.

La política como bien social.



Hoy 23 de febrero las mareas tienen que ser un solo grito, eso sí, de claro y significativo signo pacífico y de reivindicación social, y he pensado que este texto pudiera servir para que se reflexionara sobre este momento que nos ha tocado vivir y sobre el verdadero significado que debe tener el ejercicio de la política.
Si buscamos una definición del concepto de la política podremos encontrar multitud de ellas pero todas se aproximan a que es la actividad humana que tiende a gobernar o dirigir la acción del Estado en beneficio de la sociedad. De forma evidente se trata de aquella definición dada por las mentes privilegiadas de algunos griegos, de aquella sociedad que por primera vez habló de democracia aunque en nada se parece a la democracia actual. Vemos como la definición de los conceptos han ido cambiando con los tiempos y aquella selectiva democracia ateniense se ha visto mejorada porque se extiende a la totalidad de los seres humanos, sin tener en cuenta el sexo o la condición social. En cambio la definición de política hay que revisarla porque los partidos políticos, esas entidades que luchan, nunca mejor dicho, por ostentar un puesto de poder que les lleve a gobernar se olvidan, en general, que se está en el gobierno o en la oposición para hacer realidad aquella definición que recuerda que la política está orientada a lograr mejoras sociales y no para que los que gobiernan se eternicen en el poder, en cambiar sus condiciones de vida, en poner trabas al opositor o en asignarse sueldos que en nada se asemejan al resto de los ciudadanos, entre otras muchas cuestiones.
Aquella vieja premisa de beneficiar a la sociedad se ha ido olvidando y, como sabemos, prima el interés de los partidos por ocupar el poder y a nivel individual seguir ligados, si se puede, de por vida a la vida política. Si es un trabajo agotador, que no lo dudo si se hiciera con honestidad y responsabilidad, me formulo preguntas, iluso de mí, como por ejemplo: ¿Por qué, en general, el que entra en el ejercicio político sigue en él durante mucho tiempo? ¿Tiene algo que ver el sueldo que se recibe? ¿Existe verdadera vocación de darse a los demás o es un ejercicio en el que prima el bienestar personal?
Soy consciente de que algunos hombres y mujeres que se dedican a la política lo hacen con una vocación sincera de ella porque comprenden que es un ejercicio moral pero otros, yo diría que la gran mayoría, se aferran a los cargos, se enriquecen, se alejan de sus trabajos originales y se ven en otro estatus, se sitúan en un otero del que divisan, a mucha distancia, los problemas de la mayoría. Ser portada de periódicos, manejar el dinero público y vivir mucho mejor que aquellos que les han votado es un reclamo que tiene mucho poder de convocatoria. Este concepto de política es un sinsentido y una actividad que debe tener un seguimiento continuado y a los que se enriquecen y se lucran con el ejercicio de la política se les debe apartar de su cometido porque juegan con el dinero y la esperanza del resto de la sociedad a la que deben respetar y representar. No basta con perseguir a los que cometen atrocidades y a los que se manchan las manos con el dinero público porque también hay que perseguir a los que su patrimonio ha cambiado de forma espectacular e inexplicable y a los que se asignan sueldos, sin contar con el resto de la sociedad, que no están en consonancia con su formación académica y profesional.
Asombrado escucho manifestaciones de diferentes políticos y políticas que no están acordes a su ideología ni a sus trayectorias. Son atrevidos, desmemoriados, embaucadores, falsos, insolidarios, groseros… y todo por desbancar al otro, por ocupar su sitio, por eternizarse en los cargos que le suponen, entre otros muchos beneficios, un prestigio y una mejora de estatus personal que por otros medios, y sobre todo por sus propios méritos, difícilmente lograrían.
Los que gobiernan y la oposición se deben poner de acuerdo en lo que es el bien social y no aquel que lo es para la clase política y los partidos a los que se pertenece. Vemos como grandes personas se borreguizan por defender posturas equivocadas de partido y como los partidos no tienen memoria histórica y se dedican a desprestigiar, a lanzar proclamas que no están acorde con su ideología o a acosar y a faltar al respeto a los contrarios en vez de mirar hacia su propia azotea o en arrimar el hombro y, entre todos, buscar las mejores soluciones a los problemas que nos aquejan actualmente y así poderlos hacer más llevaderos.
Estas listas cerradas que hacen que tus principios e ideales se tambaleen y te entren las dudas a la hora de ir a votar porque con tu voto estás potenciando la no-labor de los mediocres e interesados es una equivocación y produce en los electores una enorme desazón. La política no debe dar cobijo a aquellos que no tienen conciencia política ni tampoco a los violentos o a los que defienden posturas antidemocráticas y sí dar oportunidad a aquellos otros que creen que la mejora generalizada, y no de unos pocos, es posible.


Juan Francisco Santana Domínguez

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